sábado, 30 de marzo de 2013

NO ABRAS LA PUERTA


La noche envolvía a la ciudad, mientras que una cruel nevada se desataba en lo más alto del cielo.
Habían comprado la casa hace ya un mes, luego del divorcio con su marido, Darlene quiso comenzar una nueva vida en una ciudad tranquila y alejada de la cual solía vivir con su marido debido a los recuerdos que esta le traía.
Su hija, Julia, de dotes musicales innatas, tocaba el piano una y otra vez en la sala.
Escala y vuelvo a empezar. Escala y vuelvo a empezar. Repasaba las notas, disfrutaba del “cálido” invierno. Una manera retorcida de describir lo que pasaba por su joven mente.
Su madre era una ocupada mujer de los negocios, y no hablo de pequeñas changas suburbanas, hablo de modificaciones en la estructura tanto gubernamental como social del país.
Una noche, Darlene tenía una importantísima reunión con una comisión para determinar cambios en el mercado.
En fin, tuvo que dejar a Julia sola por un momento, hasta que ella llegara.
Cenarían juntas en casa y luego su madre partiría hacia el encuentro.
En medio de la cena, en el noticiero, oyeron la noticia de que un prisionero se había fugado y que estaba rondando por esa zona.
Darlene se quedó helada, al ver el nombre de una calle muy cercana a su residencia.
Instintivamente apagó el televisor y sentó a su hija en frente de ella. Darlene no podía no asistir a esa reunión, determinaba el futuro de su carrera; Una exitosa mujer de los negocios, o una pordiosera administradora de desechos.
Con un nudo en la garganta, los bellos labios de Darlene susurraban en el oido de su hija.
-              Hija, mamá tiene que irse a trabajar, por nada del mundo abras la puerta, ni las ventanas, ni nada, ¿si?
-              Si mami, pero… ¿Cómo voy a saber que sos vos la que vas a entrar?
-              Vas a reconocer a mami por su voz.
-              Está bien mami, anda tranquila.
La madre estaba aliviada luego de esa grata charla con Julia, ya que sabía que ella era una chica calma, respetuosa, muy inteligente y obediente. Una hija soñada, por así decirlo.
La madre se levantó, tomo su bolso y partió, con los ojos llorosos y una voz temblorosa.
Julia no tuvo mejor idea que ver televisión hasta que sea la hora de irse a dormir. Estaba en un entre sueño  no sabia si era real o no hasta que el toquido de la puerta de en frente la despertó.
Temblando se acercó a la puerta y preguntó
-        ¿Quien esta ahí?
Nada. Nadie respondía, no se escuchaba otra cosa que no sea el viento de aquella noche.
 La puerta comenzó a ser ferozmente golpeada, como si alguien intentara abrirla por la fuerza.
La niña, atemorizada, corrió hasta su habitación y se acostó en la cama.
Llorando, intentaba conciliar el sueño, hecho que por fin sucedió poco tiempo después.
A la mañana siguiente, Julia bajó sigilosamente y encontró lo que nunca pudo imaginarse jamás.
La puerta había sido tirada abajo, a continuación se distinguían marcas de sangre por toda la puerta y gran parte del suelo.
Julia miro hacia un lado de la habitación y encontró a Darlene bañada en su propia sangre, con la lengua cortada y las piernas mutiladas ferozmente.
Julia todavía sigue en un hospital psiquiátrico, quien sabe por cuanto tiempo mas…