La noche envolvía a la ciudad, mientras que una cruel nevada
se desataba en lo más alto del cielo.
Habían comprado la casa hace ya un mes, luego del divorcio
con su marido, Darlene quiso comenzar una nueva vida en una ciudad tranquila y
alejada de la cual solía vivir con su marido debido a los recuerdos que esta le
traía.
Su hija, Julia, de dotes musicales innatas, tocaba el piano
una y otra vez en la sala.
Escala y vuelvo a empezar. Escala y vuelvo a empezar.
Repasaba las notas, disfrutaba del “cálido” invierno. Una manera retorcida de
describir lo que pasaba por su joven mente.
Su madre era una ocupada mujer de los negocios, y no hablo
de pequeñas changas suburbanas, hablo de modificaciones en la estructura tanto
gubernamental como social del país.
Una noche, Darlene tenía una importantísima reunión con una
comisión para determinar cambios en el mercado.
En fin, tuvo que dejar a Julia sola por un momento, hasta
que ella llegara.
Cenarían juntas en casa y luego su madre partiría hacia el
encuentro.
En medio de la cena, en el noticiero, oyeron la noticia de
que un prisionero se había fugado y que estaba rondando por esa zona.
Darlene se quedó helada, al ver el nombre de una calle muy
cercana a su residencia.
Instintivamente apagó el televisor y sentó a su hija en
frente de ella. Darlene no podía no asistir a esa reunión, determinaba el
futuro de su carrera; Una exitosa mujer de los negocios, o una pordiosera
administradora de desechos.
Con un nudo en la garganta, los bellos labios de Darlene
susurraban en el oido de su hija.
-
Hija, mamá tiene que irse a trabajar, por nada del
mundo abras la puerta, ni las ventanas, ni nada, ¿si?
-
Si mami, pero… ¿Cómo voy a saber que sos vos la que vas
a entrar?
-
Vas a reconocer a mami por su voz.
-
Está bien mami, anda tranquila.
La madre estaba aliviada luego de esa grata charla con
Julia, ya que sabía que ella era una chica calma, respetuosa, muy inteligente y
obediente. Una hija soñada, por así decirlo.
La madre se levantó, tomo su bolso y partió, con los ojos llorosos
y una voz temblorosa.
Julia no tuvo mejor idea que ver televisión hasta que sea la
hora de irse a dormir. Estaba en un entre sueño no sabia si era real o no hasta
que el toquido de la puerta de en frente la despertó.
Temblando se acercó a la puerta y preguntó
- ¿Quien esta ahí?
- ¿Quien esta ahí?
Nada. Nadie respondía, no se escuchaba otra cosa que no sea
el viento de aquella noche.
La puerta comenzó a
ser ferozmente golpeada, como si alguien intentara abrirla por la fuerza.
La niña, atemorizada, corrió hasta su habitación y se acostó en la cama.
La niña, atemorizada, corrió hasta su habitación y se acostó en la cama.
Llorando, intentaba conciliar el sueño, hecho que por fin
sucedió poco tiempo después.
A la mañana siguiente, Julia bajó sigilosamente y encontró
lo que nunca pudo imaginarse jamás.
La puerta había sido tirada abajo, a continuación se distinguían
marcas de sangre por toda la puerta y gran parte del suelo.
Julia miro hacia un lado de la habitación y encontró a
Darlene bañada en su propia sangre, con la lengua cortada y las piernas
mutiladas ferozmente.
Julia todavía sigue en un hospital psiquiátrico, quien sabe
por cuanto tiempo mas…
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